El último concierto lo dimos en la A[sociación] de I[ntelectuales] A[ntifascistas] con un cuarteto de cuerda de Tomás García Leoz, otro joven músico madrileño, y obras mías. Leoz, como sus compañeros compositores también, hace gala de su conocimiento del oficio que alegra ver en ellos, y que entristece no encontrar en nuestros músicos jóvenes de Méx[ico]. Quizá tengamos más imaginación musical aquí, pero no sabemos utilizarla; nos encontramos con las manos llenas sin saber qué hacer con el material, y lo arrojamos gallarda y tontamente por la ventana, como tiramos todo, como desperdiciamos todo, por incapacidad y por vanidad.

Fue un concierto extraordinario por la calidad del público. Lo mejor de los intelectuales combatientes y los defensores de Madrid.
Al día siguiente, víspera de nuestra partida, una comisión de camaradas de la Orq[uesta] y miembros de la U[nión] G[eneral de] T[rabajadores] se acercaron a mí llenos de cariñoso respeto para entregarme los títulos de