Francisco Contreras Escritos - Música

Tema: Semblanza
Lugar: México
Ficha: [Original mecanografiado]

TRANSCRIPCIÓN
Francisco Contreras
Francisco Contreras.

Existe en México un mundo real de la música.
No tiene megáfonos, ni transmisoras, ni anunciantes. Parece irreal.
Es un mundo sin sombras, clarividente y recto. Mundo sin "prestigios".
        No tiene ni "laureados", ni "respetables", ni "apóstoles". Es un mundo simple; que estudia, que trabaja, que sabe. Mundo insumiso. Mundo cuña. Mundo con todas las luces por dentro, y sin ninguna luz de afuera; sin reflectores publicistas. Mundo que se ha ido formando a través de los últimos años, a despecho de los etiquetados de la fama, a pesar de la cuidadosa solidaridad de las inconmovibles rocas docentes de los conservatorios y las facultades, a despecho de los voluntariosos orientadores de la opinión pública críticos de grata y gloriosa memoria. Mundo joven y para jóvenes. Mundo en marcha. En marcha incontenible. (¡Qué miedo!, ¿verdad, señores del otro mundo? ¡Qué espanto!, ¿verdad, señores puesto-eternizados?).
Mundo sin sombras, he dicho. Mundo con la mirada clara y el paso firme. Mundo de ayer, de hoy y de mañana.
A este mundo pertenece un maestro: Francisco Contreras. Maestro de sí mismo y de aquellos que siguen su camino musical. Violinista. Maestro que conoce su oficio y su arte, y lo sabe enseñar. El único que yo haya visto que sabe enseñar en México, pese a todos los títulos, a todas las condecoraciones, a las medallas, las actitudes dramáticas, las modestias, las quejas angustiadas de todos los condecorados, los enmedallados, los modestos, los angustiados que existen y hayan existido.
Contreras es una voluntad y un camino sin encrucijadas. Es severo consigo mismo y con sus alumnos. No con esa severidad aparatosa e ignorante, hueca y sonajera de maestro "consagrado", sino la severidad llena de amor y alegre energía del maestro sin consagrar, del maestro guía y amigo, del maestro Maestro.
Yo le he visto llevar a sus amigos de la mano con pasos cuidadosos, con fiel amor, sin hipócrita modestia, sin engaños, por los ásperos caminos de su oficio y de su arte; y he visto iluminarse sus ojos de alegría sin vanidad al realizar su bien, su verdad, su saber.
Él no embellece los caminos con la hipocresía maloliente de los impotentes. Él es ayuda y guía. No sabe adular, ni mentir. Sólo sabe dar fuerza con su ejemplo y su conocimiento a quienes sabe también que necesitan forjarse en la dureza limpia y sin rodeos del oficio.
Para él, la recompensa será enseñar. ¡Qué difícil de obtener esa recompensa en nuestro medio! Para él, no serán recompensa las calificaciones,
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