15 de noviembre de 1932.

Durante los días 27, 28 y 29 de agosto se llevó a cabo un vasto Congreso Mundial contra la Guerra Imperialista.

Ante la amenaza de guerra, el 27 de mayo, Henri Barbusse y Romain Rolland lanzaron un Manifiesto con el objeto conjuntar en un Congreso Internacional todas las fuerzas vivas y activas contra la guerra.
Este llamado, cuyo texto encontrará anexado a este mensaje, ha encontrado un eco enorme. Masivamente, han llegado expresiones de adhesión desde todo el mundo. La preparación del congreso ha movilizado al mundo entero: 35 comités nacionales y 1,000 comités locales organizaron una campaña de agitación contra la guerra, más allá de partidos políticos y tendencias sindicales. Todos reunidos por un solo afán: la lucha efectiva contra las causas mismas de la guerra.
El congreso contó con 2,200 delegados de los 5,000 que habían recibido el mandato correspondiente (muchos de los delegados no pudieron asistir, al haberles rechazado el gobierno holandés una visa), representando de hecho 30 países, 30,000 organizaciones y más de 25 millones de personas. Es el congreso más grande jamás organizado.

Este amplio congreso es un evento social de consecuencias considerables, antes que nada por su amplitud, pero también y sobre todo por sus repercusiones y derivaciones. Ha establecido la noción de pacifismo en gran parte del público. No sólo ha rechazado brutalmente y denunciado de manera definitiva