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TRANSCRIPCIÓN
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Ahora llegamos a cosas más concretas
Ahora llegamos a cosas más concretas. Primero que nada, quiero constatar que bajo nuestras leyes actuales, mi vida privada sólo le concierne a aquellos quienes viven en la privacidad de mi hogar. Mi casa, que considero tan honesta como la de cualquiera, que respeto porque creo que el único respeto que vale es el propio; el respeto de los demás se basa en sus conciencias. Ahora, perfectamente conciente de mi deber para con mi familia, no me niego, nunca me he negado, y nunca me negaré, a cuidar de ella. Es mi único deseo educarlos para crear una nueva conciencia para prevenirlos de una desdicha futura. Y si económicamente el lado material de esta situación es relativamente fácil de superar, no así el más importante, el lado más trascendental del problema: lo ideológico. Un hijo jamás es un hijo si no está relacionado con el padre a través de un entendimiento mutuo; eso es el amor en su más alto sentido. (La sangre no significa nada). Para mis hijos, mis alumnos, que son parte de mi familia, así como aquellos que me necesitan, a quienes quiero darles lo mejor, les deseo una vida mejor; quiero trabajar para todos ellos. Las cuatro paredes de mi hogar no son todo el universo; existen miles de hogares, miles de niños, de esposas, de hombres pobres, infelices, enfermos. No puedo cambiar la dirección de mi camino sin traicionar mis convicciones más profundas. No puedo cambiarla, porque la considero justa y correcta.
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