En Uruápan
En Uruapan.
Para mi querida madre
Ensueño.
Una sinfonía de árboles y viento; el poblado
envuelto en un verde y negro de maravi-
lla, bajo un cielo de nubes cenicientas;
caen las lloviznas muy lentas, sobre los
empedrados cubiertos de hierba;
los árboles, inclinan fatigados sus copas opa-
lentas, sobre las viejas casas ruinosas
tapizadas de hiedra.
Atardece en un crepúsculo melancólico,
sin sol;
parece hecho de lágrimas, de besos quedos
y cansados; tiene de los helados amores
invernales, y adormece…
X X X
Soñando, atravieso las calles lentamen-
te, contemplo del río riente y rumoroso
la ribera, sueño mucho, mucho ante
ella, vuelvo luego los ojos hacia las casas,
todas de tejados rojos; y paréceme que
casas y calles son, de extrañas ciuda-
des orientales.
Mi alma llora. Mi loca insatisfecha
llora. ¿Por qué?, le pregunto; y ella me
dice muy quedo: “Necesito amar mu-
cho, enormemente; quiero que mi
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