Epistolario - Amistades [Carta]

Remitente: Ricardo Ortega
Destinatario: Silvestre Revueltas
Lugar: México

TRANSCRIPCIÓN
México, junio 17 [¿de 1928
México, junio 17 [¿de 1928?]

Querido Silvestre:
Tengo un montón de cartas que contestar, es día de aseo social, y empiezo por la tuya, así que agradéceme la consideración y conste que he suprimido al principio todos los títulos con que acostumbro saludarte; creo que son dos las cartas tuyas que tengo al frente, pero como me dices puras pendejadas, no hallo que contestarte; en esta última tienes unos arranques verdaderamente líricos y me has conmovido.
Tienes muchísima razón, todas las cosas llevaderas son insoportables; el único remedio es la nacionalización americana, pero con todo y transfusión de sangre; si te ahogas procura respirar fuerte, pero todavía no te vengas; México está mal, pero más que mal, dudoso, y no de la duda y de la intranquilidad que nosotros necesitamos sino de la otra; pero creo que no durará mucho y que en cuanto entre el manco nos irá bien; a los otros puede que les vaya mal pero a mi no me importa; espérate. Después de todo tienes victrola y te aseguro que la vida por acá no será mucho más divertida; a mi no me tiene ahorita gran ilusión y lo peor es que he llegado a comprender que en cualquier lugar que me encuentre será la misma cosa; no depende del lugar, es otra cosa lo que hay que buscar, pero no se que es y precisamente por eso no estoy a gusto; en cuanto lo averigüe te lo participaré.
Mira, creo que ya te he contado lo del grupo “Ulises”; un grupo de inteligentes, el único interesante, el 60% de invertidos (en realidad no se si los invertidos son ellos o nosotros, pero según Einstein lo mismo da); piensan hacer muchas cosas bien, de las que hacen falta; hasta ahora han dado varias obras de teatro moderno (además de moderno, bueno, de nuestro bueno); las representaciones en un teatrito particular de sesenta asientos y los demás parados; sin embargo últimamente se atrevieron a hacer una salida contra los molinos; el campo fue el [Manolo] Fábregas, tres únicas funciones con llenos, Simili de Roger-Marx, Ligados de O’Neill, y al final El Peregrino de Vildrac y Orfeo de [Jean] Cocteau, hace ya cuarenta días y todavía los periódicos no se callan, hasta insultos y buenos artículos, y la gente naturalmente desconcertada, y los sin preparación y sin prejuicios intrigados en que se seguirá haciendo; sin duda lo mejor fue Orfeo; ahora se esta ensayando El tiempo es sueño, de Lenormand, que junto con lo de Cocteau será lo mejor que se habrá dado; estará lista dentro de quince días, es preciosa. Lupe es de las actrices y lo ha hecho bastante bien, bastante mejor de lo que yo hubiera creído que podía hacer. La crítica se ha convertido en una verdadera polémica, es decir, mi medio ¿qué más puedo desear? y sin embargo no estoy contento, no se que es lo que me falta; te aseguro que los únicos días agradables son las noches de los viernes en casa de Lupe Lazo; hay veces en que ni la música me sacude, pero Lupita es de una claridad que poco a poco me limpia los sentidos y después vuelvo a oír y vuelvo a tener mi tranquilidad y vuelvo a ser bastante el Ortega de antes; son de las raras horas en que estoy contento. Con Emilia también, pero con ella me tengo que defender, somos los mejores amigos, de las amistades rarísimas, y al mismo tiempo enemigos; cuando ella quiere te hace ver el paraíso pero nada más para complacerse en después cerrarlo y cuando ella no quiere es imposible en sus ojos ver nada. Ahora va a comenzar otra vez a estudiar con Otilia o con Carlos [Chávez]. Carlos llegará muy pronto, a ver que se hace de bueno; siento que para mi ya no sea Carlos sino únicamente un músico muy bueno; creo que estará poco tiempo pues parece que ya le comenzó a ir bien en New York. Pancho [Agea] me escribió hace poco, muy op-
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