Luego por la tarde he salido a pie con Mancisidor y León Felipe (¿te acuerdas?, el autor de Good Bye Panamá) y hemos recorrido a pie el barrio de Argüelles, tan destruido, ¡tan dramático! Una soledad que te mira con los ojos abiertos de sus ventanas destruidas, de sus techos caídos. Una angustia que te duele como una herida. Angustia de las cosas muertas, de los seres muertos, de la ausencia sin límite...
Mi amor, ya casi me parece que no existes, ¿te imaginas mi soledad? Me imagino que te vas borrando con el tiempo, y es que no sé de ti. Tengo que hacer un gran esfuerzo para dominar mi dolor íntimo, mi dolor tan vergonzoso, ante este dolor tan grande. ¿Qué ha pasado? Bueno, no hablemos más de esto, mi vida. Besa a la pequeña. Hasta más tarde. Hay que salir para el desayuno y luego asistir al mitin en honor de las Brigadas Internacionales. Salud, mi amor.
5 de sept[iembre].
Hemos ido al mitin en honor de las Brigadas Internacionales. Muy bien. He sentido emoción; cuando uno de los oradores mencionó nuestra presencia en el lugar, todo el mundo se puso de pie. Luego habló [José] Mancisidor.
13 de sept[iembre].
Mi amor:
Hace muchos días que no había tenido tiempo de continuar estas notas. Hemos ido al Escorial, a los frentes, al Palacio Nacional, aquí, allá, en fin, a tantos lugares, que al volver a casa he estado tan cansado que no he podido más que dormir. He hablado por radio la semana pasada. Hoy también hablaré junto con los demás compañeros dirigiéndome a México. Te adjunto mis palabras.