21 de julio.
Hoy sale Mancisidor para la Mancha. Lucio y yo para Madrid. Salvoconductos, esperas, angustia nerviosa.
Al fin llega un coche del Ministerio de la Guerra. En marcha.
Camino de Madrid bajo la inclemencia del sol. Silenciosamente veo desfilar el paisaje, los pueblos pobres, las gentes estoicas.
Cuestas de Contreras.
Por las llanuras grandiosamente desoladas, áridas, rudas, la tarde se acaba en un silencio ilimitado y lleno de presagios. Un enorme sol rojo, solo en el cielo sin nubes, cubre de sangre iluminada la sierra del Guadarrama y desaparece lentamente. Estamos a las puertas de Madrid.
¡Amada ciudad! Mi corazón abraza tu dolor, ciudad sonriente. Quisiera llorar con tus lágrimas y exaltarme con tus triunfos.
Quisiera tenerte dentro de mí, ¡ciudad sin mancha!
Por las calles apagadas van las gentes como sombras.